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¿Qué por qué me maquillo?


Esta es una pregunta que me hacen con mucha frecuencia. Hay personas que no les gusta el maquillaje o piensan que es frivolidad. Para mí, es algo completamente distinto. El maquillaje me da la oportunidad de fortalecer mi autoestima. El ritual del maquillaje me ayuda a conocer cada parte de mi rostro; a prestar atención a cada aspecto de mi imagen. Me conecta con mis sentimientos. El rostro es el área en la cual se refleja cómo nos sentimos. Así que, mirarme me permite explorar esos sentimientos.

El maquillaje me permite cuidarme. En ese momento conmigo misma puedo ver cuáles son mis necesidades y deseos cada día. Esto también me ayuda a aceptarme. En mi caso, soy muy alérgica y con frecuencia puedo observar la piel unida debajo de los ojos. Como les mencioné antes, el maquillaje me ayuda a conocerme, a darme cuenta de las cosas que puedo controlar y de aquellas que no puedo. Esas que puedo, no cambiarán a menos que no haga algunos ajustes; esos que tienen que ver con el cuidado de la salud. Es decir, el maquillaje me conecta con el exterior pero, también me conecta con mi interior.

Reflexionar sobre lo que controlo y lo que puedo cambiar me ayuda a valorarme como persona, como mujer, como madre, como esposa, como trabajadora. Los múltiples roles a los que nos enfrentamos muchas veces no alejan de eso que me hace sentir querida. Debemos cumplir con las expectativas de los demás, pero y ¿qué pasa con las mías?

El maquillaje me apodera, me hace sentir hermosa, querida, valorada por mí misma y me permite conectar con los demás con seguridad. Al final, eso que dicen los demás del maquillaje es lo que menos que importa. Lo que importa es lo que yo siento, lo que yo quiero, lo que yo deseo. Hay personas que no les gusta el maquillaje y esta bien, pero en lo que a mí respecta me hace sentir poderosa.

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